Empiezo la edición #3 de Escribe con Clau y luce profesional disculpándome: la semana pasada me comí letras en la imagen y me di cuenta el viernes. ¡El viernes!
Tal vez, tenía hambre. 🤭
Entremos en materia:
Escribir bien un texto: el secreto está en las palabras
Voy a dar por hecho que ya tienes una idea definida de lo que quieres escribir y que la has reducido a una: nada de empezar describiendo el universo y terminar dando tu opinión sobre el cacareo de las gallinas.
Una idea. Una solita. Pequeña, pero clara y contundente.
También daré por sentado que dominas la estructura de un texto:
1️⃣ Empiezas por la parte llamativa o interesante.
2️⃣ Desarrollas la idea (justificaciones, opiniones o consejos).
3️⃣ Cierras con una oración o un párrafo contundentes, porque sabes que tu lector recuerda más lo último que leyó.
Hasta aquí, todo bien, ¿verdad?
El siguiente paso son las oraciones y las palabras.
Hoy las protagonistas son las palabras:
⭐️ Asegúrate de que sean expresivas (nada de aguas tibias).
⭐️ Escribe aquellas que usas al hablar.
¿Qué son las palabras expresivas?
Se trata de las palabras que aportan más en cuanto al significado que una que podría ser su sinónimo.
Afirmar > Decir
Destruir > Dañar
Aterrorizado > Asustado
Sobresalir > Destacar
Conmover > Emocionar
Son sinónimos, pero tú y yo sabemos que no son sinónimos.
Cuando escribes, en lugar de decorar tu texto con principalmente, originariamente, culposamente y todos los -mente inútiles, y en lugar de bonito, maravilloso, magnánimo, estupendo y todos los adjetivos que ensalzan y empalagan, elige el sustantivo, el verbo o hasta el adjetivo adecuado. Así, no escribes tantas palabras y tu idea toma más fuerza.
Míralo con tus propios ojitos:
▪️ Él dijo en voz alta que le dejaran en paz.
▪️ Él gritó que le dejarán en paz.
▪️ Caminó muy asustado.
▪️ Caminó aterrorizado.
▪️ En mi anterior trabajo, destaqué porque hubo 25 % más ventas.
▪️ En mi trabajo anterior, sobresalí porque aumenté las ventas en un 25 %.
El truco está en la palabra que eliges. Para ello, amplía tu vocabulario y desarrolla tu olfato para saber que decir y afirmar son sinónimos, pero no son iguales.
Y ¿cómo amplías tu vocabulario?
💡 Leyendo
💡 Escuchando
💡 Interactuando
Y, sobre todo, teniendo la página del diccionario de la RAE y del diccionario de sinónimos siempre disponibles para ti.
🚨 Pero ojito: no se trata de escribir al estilo diccionario, porque tu texto será robótico, y, aunque tenga las mejores palabras del mundo, nadie lo leerá por soso, aburrido y frío.
Se trata de analizar a cuáles palabras puedes dar más fuerza para aumentar el efecto de tu texto. Me gusta decir: “Aumenta el dramatismo del texto”. Así, te aseguras de que el texto sea histriónico, que hable por sí mismo y que tu mensaje llegue con fuerza (y, en la mayoría de las ocasiones, te ahorras palabras).
La paradoja de la superioridad del vocabulario
En la selección de las palabras, el error en el que hemos caído todos (yo tampoco nací aprendida) es que en esta selección de palabras nos enseñaron que necesitamos escoger la más rimbombante, la que suene a que somos como Cervantes.
Tememos que nos vean inferiores. Entonces, inflamos el vocabulario.
❌ El día de ayer ingerí un brownie.
El problema es como un granito en la cara. Lo ves y te lo molestas porque no quieres que nadie lo vea. Pero al molestarlo lo haces más visible.
Aquí, quieres que te vean superior, pero logras lo contrario. La mayoría de las veces las palabras infladas están mal usadas, no corresponden con la situación o el texto huele a alguien inseguro.
O sea, es la paradoja de la superioridad del vocabulario: quieres superioridad, pero obtienes lo contrario.
Ejemplos como el de “la ingesta de brownie” los vemos en los correos electrónicos (pululan ahí), en los informes y hasta en redes sociales.
Y ¿a qué huelen?
▪️ A alguien que quiere inflarse y verse como megaimportante.
▪️ A un texto que nadie escribiría en la vida.
O sea, en ambos casos, huele a falsedad, y como seres humanos detestamos lo falso. Amamos lo verdadero, lo genuino, lo real.
Para que no caigas en esta trampa… mortal, lo primero es saber que no escribes para demostrar sino para comunicar.
Puede que en el colegio y en la universidad escribieras para demostrar; al fin y al cabo, necesitabas las calificaciones, y, como te confesé la semana pasada, yo aprendí qué demostrar, a quién y cómo.
Pero en la vida de adulto no lo necesitamos.
Como voz líder en un grupo, como dueño de tu negocio o como profesional, escribes para comunicar:
▪️ Necesitas que la persona entienda a la primera tu correo electrónico.
▪️ Necesitas que todos entiendan las directrices del próximo proyecto.
▪️ Necesitas dejar claro qué ganan las personas si contratan tus servicios.
¿Ves?
No es demostración, sino comunicación.
Y lo segundo es saber que la lengua escrita y la lengua oral no están lejos entre sí.
El mal consejo de los profesores del colegio (“No escribas como hablas”) es el peor consejo que pudieron darte (o uno de los peores, por aquello de que siempre metemos las patitas con los absolutos 😉).
Por seguirlo, llenas tus textos de “no obstante” cuando en la vida real dices pero por aquí y pero por allá. Entonces, cuando alguien recibe tu texto, huele a robot, a falsedad.
🚨 Ojito: no digo que reduzcas tu vocabulario a 10 palabras y que todos terminemos escribiendo como hablaban los Teletubbies. Sería una pesadilla y un unicornio moriría cada segundo.
Lo que digo es que por la necesidad de querer aparentar más terminamos comunicándonos menos.
¿La solución? Escribe como hablas.
❌ El día de ayer ingerí un brownie.
✅ Ayer comí un brownie.
Claro, hay personas que también tienden a inflar las palabras habladas (paradoja de la superioridad del vocabulario), pero esa es otra historia.
El caso es que en la comunicación la sencillez es reina.
Comunicas mejor cuando te enredas menos.
Recomendación
Si las comas te juegan una mala pasada, sigue estas 7 reglas para que escribas la coma como especialista »
Hasta el próximo lunes.
Y escribe bien.
Chaíto 👋🏻,
Clau
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