En la edición #10 (🥳 ya estamos en la 10) de Escribe con Clau y luce profesional, pongo bajo los focos una capacidad sorprendente que no entiendo, y, por no comprenderla, me frustro, me enojo y me entristezco. Disney podría meterse en mi cabeza y hacer una tercera película sobre las emociones que toman el control. Hablo de la capacidad que tiene el 97 % de las personas: cuando escriben, no comunican un mensaje; o sea, tienen la capacidad de desperdiciar palabras.
Escribir sin comunicar: el origen
La base de esta capacidad está en:
No tener claro el mensaje.
Creer que todo depende de las palabras.
Temer a la crítica.
Falta de claridad del mensaje
Cuando no tienes claro el mensaje (cuando no sabes qué escribir), pues, tomas el boli o el teclado, y empiezas a soltar oraciones y palabras, y dices con cierta esperanza: “Algo saldrá”.
Sí, sale: desorden, palabras sueltas, un mensaje enredado. Es decir, pierdes el tiempo. A tu lector no le gusta el desorden, no le gusta que le pongan más tareas ni tener que darle forma al trabajo de otra persona, y detesta ponerse a buscar los pies y la cabeza del texto.
Nos han enseñado mal. Las musas no llegan cuando nos sentamos a escribir. Las musas llegan cuando:
🧠 Piensas una idea.
🧠 Rumias tu idea.
🧠 Estructuras tu idea (o le das orden).
Entonces, antes de escribir responde estas preguntas:
⭐️ ¿Qué idea quiero transmitir?
⭐️ ¿A quién quiero transmitírsela?
⭐️ ¿Qué conocimientos tiene a quien le escribo?
⭐️ ¿Qué necesita saber a quien le escribo para entender mi idea?
⭐️ ¿Qué necesito para transmitir mi idea?
⭐️ ¿Cuál es la estructura para que mi lector entienda mi idea?
Luego, siéntate a escribir. 🙌🏻
Lamento ser quien te lo diga, pero el teclado no es fuente de inspiración si no tienes estas respuestas primero.
La creencia de que las palabras te salvan
Las palabras son lo máximo: son las dueñas, amas y señoras del universo. Dependemos de ellas para lograr lo que nos proponemos o hacer lo que queramos.
Sin embargo, una palabra sin idea no vale nada.
Las personas creen que, si escriben la palabra calidad, el mensaje se entiende por sí mismo, y no. De nada te sirve una palabra si no tienes claro el mensaje.
Necesitas, entonces, regresar al listado de preguntas (y respuestas, obvio).
Mensaje y palabras son como el esqueleto y los músculos. Los músculos son fuertes, pero, si no tienes hueso, el músculo no te sirve de nada o, si el hueso está roto, no puedes usar el músculo. Es lo mismo: sin mensaje, las palabras no te sirven.
Entonces, pon el foco en el mensaje, en la idea. Luego, las palabras llegarán por sí solas.
El temor al qué dirán
Sentirnos expuestos, vulnerables o, peor aún, el miedo a que nos critiquen hacen que no tomemos las mejores decisiones.
Ante el miedo, nuestro cerebro reacciona como si estuviera frente a un tigre hambriento.
¿Querrá tener ideas? No.
¿Querrá huir? Sí.
Es una de las razones por las cuales postergamos la escritura: es instinto de supervivencia. Estamos huyendo, porque, aunque racionalmente el miedo a un tigre hambriento y el miedo a exponernos es diferente, emocionalmente el cerebro lo toma igual: es miedo, y tienes que huir para mantenerte a salvo.
Cuando por fin te aventuras y dices: “Lo haré”, sigues atrapado por el miedo. La lucidez brilla por su ausencia. No piensas bien (pensarías mejor si estuvieras tranquilo). Entonces, tomas la vía rápida: la no exposición o el bajo perfil.
❌ No te comprometes con ningún punto de vista.
❌ No compartes una idea.
❌ Te quedas en la seguridad de lo superficial y lo vago.
Entonces, regresas al punto 1 y al 2: no transmites ninguna idea y te conformas con escribir palabras que suenen bien, pero que no transmitan nada.
La solución para no desperdiciar palabras
Enfócate en la idea que quieres transmitir.
Las palabras son como la punta de iceberg, es lo que vemos, pero lo importante está en el fondo.
La magia del Quijote no radica en que Cervantes haya escrito: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
La magia no está en hidalgo, Mancha, lanza, rocín o flaco (palabras). Tampoco está en los molinos (que, ya que estamos de confesiones, a mis ojos es el peor capítulo del Quijote).
No está en las palabras porque es la superficie.
💡 La clave está en lo caricaturesco de este caballero andante y la crítica a los caballeros andantes de la época (idea). Esto, en la primera parte. Y en la segunda, la clave está en lo racional y bella que es la locura (idea).
Sin la primera idea, no habría habido primera parte del Quijote (y, por supuesto, tampoco segunda). Y sin la idea de la segunda parte, no hubiera habido Quijote (el humano más bonito de todos los tiempos 💜).
Claro, siempre ejemplifico con Literatura, y nosotros estamos en un mundo más práctico: la escritura de correos, informes o cartas. Pero es lo mismo: la clave no está en el “respetado señor” ni en el “saludos cordiales” (palabras), sino en la idea: en cómo haces que la persona se sienta respetada, que sienta que eres gentil y en que al final del correo o del informe sepa qué idea le transmitiste (que la pueda decir en tres palabras).
Grábatelo a fuego: la escritura va de ideas; la escritura es pensamiento. 🙌🏻
Recomendación
Y para organizar tu idea, necesitas la coma y evitar esta a como dé lugar (porque envía tus textos directo al cementerio).
Chaíto 👋🏻,
Clau
🚨 Comparte esta newsletter para que el mundo se llene de ideas bonitas y no haya palabras sin sentido. 🙌🏻
Y suscríbete si no lo has hecho: